LA MIRADA DE... Manuel Puig
El lugar sin límites
Boquitas pintadas
El beso de la mujer araña
Roberto Enríquez
Escritor y Periodista
“Para mí, la fantasía es síntesis, como el cine, como los sueños nocturnos, verdaderos modelos de síntesis donde en un minuto pasa delante nuestro una historia entera”.
(Entrevista de Giovanna Pajetta a Manuel Puig aparecida en Crisis, Nº41, abril de 1986.)
Manuel Puig empezó a escribir las películas que hacían otros y que él veía junto a su madre, en el cine de un pequeño pueblo argentino de la provincia de Buenos Aires, para tratar de escapar de una vida claustrofóbica que les quedaba estrecha a ambos, madre e hijo. Puig hizo novelas cuando quería hacer películas y acabó descubriendo que serían los demás quienes querrían convertir en cine sus libros. De alguna manera, ese fue su mayor logro en una vida que no dio para que su magnífica obra literaria -inaugural de una literatura pop que tardaría en ser reconocida- fuera tomada en serio o para que las malditas fantasías de amor romántico que vivió en la pantalla le hicieran justicia en su propia biografía.
Puig fue, sobre todo, un escritor que leía películas y escribía la memoria de oídas; de todos los diálogos que escuchó entre las mujeres de su infancia y de su vida, Puig fue el apuntador de la Mujer Araña.
Las mujeres que imagina Manuel Puig, y que apenas intuyen los hombres de Manuel Puig, son libres porque están fuera, porque han sido expulsadas de un espacio en la vida de los hombres de mandan y deciden. Lo femenino en Puig es la imaginación, es el principio: el verbo, que en lugar de crear un mundo real -como hizo un dios masculino- fantasea y construye un universo paralelo, un cosmos que se eleva desde lo marginal para acabar multiplicando la vida, reproduciéndola de cabeza, no de vientre. Una vida que no es necesariamente feliz, ni próspera ni justa; las damas de Puig se juegan su palabra y suelen perder la partida. No inventan para ser más felices; sólo inventan para ser.
Igual da que se trate de trágicas heroínas, anodinas protagonistas melodramáticas o comadres chismosas: Puig las escucha y crea para ellas un espacio de palabras donde la ficción se mezcla con la memoria, con el olvido y con lo que pudo haber sido de no ser por un mundo macho, casi mudo, que se impone y nos fuerza a la impostura.
Puig, que empezó a escribir las películas que hacían otros en su imaginación, acabaría escribiendo en esas películas sus propias palabras: lo hizo como guionista en 'Boquitas pintadas', a partir de su propia novela homónima, y también para la versión cinematográfica de una espléndida novela ajena 'El lugar sin límites', de José Donoso (a quien él una vez comparó con Deborah Kerr: “Nunca consiguió un Oscar pero espera, espera”) y en cuya Manuela creo ver la fascinación de Puig por el baile de Rita Hayworth para Tyrone Power en 'Sangre y arena'. De 'El beso de la mujer araña', Puig sólo obtuvo los derechos que vendió y la satisfacción de ver cómo Babenco creaba una obra propia a partir de su novela.
No estaría de más aprovechar este momento de eclosión de cierta literatura denominada 'afterpop' para leer, disfrutar y venerar al creador de la primera narrativa pop en castellano: Manuel Puig, que supo reescribir el cine, los folletines, las telenovelas y la realidad conversada en una serie de novelas espléndidas, como son 'La traición de Rita Hayworth', 'Boquitas pintadas', 'The Buenos Aires affair', 'El beso de la mujer araña', 'Pubis angelical', 'Maldición eterna a quien lea estas páginas', 'Sangre de amor correspondido' o 'Cae la noche tropical'.
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El lugar sin límites
México, 1978
Dirección: Arturo Ripstein
Guión: Manuel Puig
Producción: Conacite Dos
Intérpretes: Roberto Cobo, Fernando Soler, Lucha Villa
Género: Drama
Largometraje ficción
110’
Basada en una novela de José Donoso
Premio Especial del Jurado del Festival de San Sebastián
Ariel de Oro al mejor Director y Ariel de Plata al mejor actor para Roberto Cobo
Premio Herralde a la mejor película, mejor director, actor y actriz
Manuela, que se ha ganado un lugar en un pueblo perdido como travesti, prostituta y padre, teme el retorno de Pancho, macho, camionero y cliente del lupanar. Manuela y su hija, La Japonesita, que ahora regenta el local, piden protección a Don Alejandro, cacique del pueblo que está a punto de desahuciar a los pocos habitantes que aún permanecen en él.
El lugar sin límites explora la dualidad, el miedo y la esperanza, una geografía emocional -y física de la decadencia- donde el macho se pierde, mientras las mujeres son un punto de referencia que seduce, aunque les cueste la vida.
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Boquitas pintadas
Argentina, 1974
Dirección: Leopoldo Torre Nilsson
Guión: Manuel Puig
Producción: Directores Asociados S.A
Intérpretes: Roberto Cobo, Fernando Soler, Lucha Villa
Género: Drama
Largometraje ficción
120’
Basado en una novela homónima de Manuel Puig
Concha de Plata al mejor director en San Sebastián
Premio Especial del Jurado en San Sebastián
Nené, casada y con dos hijos, le pide por correo a la madre de quien fuera su novio, Juan Carlos, muerto de tuberculosis, que le remita las cartas de amor que se cruzaron mientras él estaba en el sanatorio. A través de esa correspondencia Nené revive la llegada del amor en una pequeña ciudad de provincias en la Argentina de los años 30 y lo hace con la memoria de otras mujeres, personajes secundarios de una historia de clases, sexo y luchas.
En Boquitas Pintadas queda patente la fragilidad de una fantasía que sirve para sostener el aliento cotidiano pero se derrumba frente a la memoria.
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El beso de la mujer araña
Brasil/Estados Unidos, 1985
Dirección: Hector Babenco
Guión: Manuel Puig
Producción: HB Filmes
Intérpretes: William Hurt, Raul Julia, Sonia Braga
Género: Drama político
Largometraje ficción
120’
Basada en una novela de Manuel Puig
Oscar al mejor actor principal
Bafta Awards al mejor actor
Premio Cannes al mejor actor
Premio Independent Spirit
Molina, un homosexual detenido por tener sexo con menores, comparte celda con un preso político, Valentín. Molina, a través de las historias que cuenta y que calla, de las películas nazis inspiradas en el Hollywood dorado que recrea logra que los días en la cárcel sean menos duros. Ese trasegar de historias y auxilios desemboca en el amor y la revolución.
El beso de la mujer araña nos enfrenta a la fragilidad de la razón y de los prejuicios frente al deber del amor cuando éste no tiene otro camino que sublimarse en otro tipo de acción.
