Lucrecia Martel es una de las directoras de cine más rompedora de los últimos años. Con solo dos películas de culto ha revolucionado la visión del cine de autor en Latinoamérica con un lenguaje crudo, sensual y directo sobre la realidad social de su país, Argentina. Este año, el festival de Cannes 2008 ha seleccionado a competición su tercer largometraje "La mujer sin cabeza" y la Mostra la ha elegido como protagonista de esta sección retrospectiva.

Aranzazu Ezpeleta

Su mirada

Se ha escrito mucho sobre el cine de Lucrecia Martel y soy poco dada a comentar una película antes de que el espectador tenga la oportunidad de enfrentarse a la obra de un artista, básicamente porque pienso que el cine es como un lienzo abierto, que habla al individuo con cada imagen, sin nada preestablecido y con la única libertad que es capaz de otorgar; la que se ha construido cada uno.

Y en esto el cine de Lucrecia es implacable. Pero tengo que reconocer que raras veces he vuelto a recordar esa sensación de estar asistiendo a algo grande, a la narración inteligente de un erotismo perturbador y claustrofóbico traído del provincialismo universal de nuestra alma.

Muchos temas son tratados por Lucrecia Martel con una maestría definitiva; el despertar sexual, el peligro constante de vivir, los efectos destructivos de la religión mal aplicada, la decadencia de la clase media, la sexualidad desde una perspectiva hermosamente abierta y sin limitaciones, la intuición combativa femenina... Todos ellos dentro de un universo narrativo, que por venir de ese provincialismo remoto, dota al lenguaje cinematográfico de su mayor universalidad.

Pero sobre todo estamos ante un cine inteligente, con una cámara vigilante situada cerca, muy cerca de sus personajes, siempre envueltos de una maestría a la hora de robarles cada plano y de rodearles de un sonido convertido en banda sonora perfecta y honesta.

Todo vuestro.

La Ciénaga (Argentina, 2001)

Dirección y guión: Lucrecia Martel
Producción: Ana Aizenberg, Diego Guebel, José María Morales, Marta Parga, Mario Pergolini, Lita Stantic
Intérpretes: Graciela Borges, Mercedes Morán, Juan Cruz Bordeu, Martín Adjemian
Duración: 102’

En su primer largometraje, con un lenguaje crudo y directo sobre la realidad social de su país, Argentina, Lucrecia Martel nos retrata el cruce de dos familias, una rural y la otra urbana. Tali viene de la ciudad de La Ciénaga. Madre de cuatro hijos y con un marido que se tiñe el pelo, se va a pasar el verano a la finca de su prima, Mecha, cerca del pueblo del Rey Muerto, en la finca La Mandrágora. Detrás de estas simbólicas apelaciones, se esconde el tedio de la vida de provincia, las copas que intentan amenizar un verano infernal, y la inquietante inmovilidad de un lugar donde no pasa nada pero donde todo puede estallar. Atrapados en un mismo lugar, y frente a una naturaleza más amenazadora que tranquilizadora, los personajes se mueven en un clima opresivo donde apuntan el rencor, el clasismo, la desconfianza…

La niña santa (Argentina, España, Italia, 2004)

Dirección y guión: Lucrecia Martel
Productores: Lita Stantic
Producción ejecutiva: Pedro Almodóvar, Agustín Almodóvar, Esther García
Intérpretes: Mercedes Morán, Carlos Belloso, Alejandro Urdapilleta, María Alche, Julieta Zylberberg
Duración: 78’

Amalia vive en una pequeña ciudad del norte de Argentina, y en el hotel termal donde trabajan su madre y su tío, se desarrolla un congreso de otorrinolaringólogos. Durante un remolino callejero, un hombre se apoya contra Amalia, en una actitud distraída aunque sexualmente sugerente, y ella se da cuenta más tarde que se trata de uno de los famosos participantes del congreso. Lo espía, y advierte que está cortejando a su propia madre. Envuelta en las dudas propias de la adolescencia sobre el sentido de la vida, se asigna una misión, la de salvar este hombre de la perdición. La vida de este último está al borde del colapso.

En su segundo largometraje, Lucrecia Martel maneja a la perfección los diálogos, el suspenso, la iluminación y, de nuevo, nos hace un retrato hiperrealista de los cruces de generación y de la sociedad provinciana de su país.